sábado, 17 de agosto de 2013

El último beso...

Como todas las mañanas desde hace ya 6 años, me despertó mi madre
esta mañana para ir a la escuela, había pasado mala noche, con
pesadillas sobre monstruos, y me costaba trabajo levantarme.
A los diez minutos mi madre volvió a despertarme esta vez con mas
premura, se estaba haciendo tarde, me levante rápidamente, apenas si
me lave la cara, me zampe el desayuno en un abrir y cerrar de ojos,
y ahí estaba mi mamá diciéndome; que comiera mas despacio, ¡que te
vas a ahogar!
Con las prisas del momento le conteste de mal modo, si ya lo se, no
empieces a regañarme, (aún tuve que soportar las preguntas de rigor)
¿Llevas el almuerzo? ¿Te cepillaste los dientes? ¿Tienes listos los
libros? Y yo aun mas impaciente le contestaba levantando la voz ¡
Que te dije que sí!
Ella sonrío suavemente y me dijo: -Anda dale un beso a mamá y ve con
cuidado a la escuela.
Alcé los hombros con fastidio y le dije medio enfadado: -¡Mamá! Que
ya es tarde no tengo tiempo para eso. Esta bien hijo, ve de prisa,
que Dios te proteja.
Aun retumban mis propias palabras en mi oído; no tengo tiempo para
eso… con las prosas y el enfado me paso por alto un leve destello
de tristeza en su mirada, mientras iba corriendo hacia la escuela,
estuve a punto de regresarme y darle un beso a mi mamá, sentía un
nudo en el corazón, pero mis compañeros comenzaron a llamarme y fui
hacia ellos ¿con que excusa regresaría? ¿Qué iba a darle un beso a
mi mamá! – Se hubiesen reído de mí.
De todas formas al regresar a casa después de las clases, vería a mi
mamá en la puerta de mi casa esperándome como siempre, temerosa de
que me suceda algo, impaciente si tardo unos minutos, ya que me he
entretenido con mis amigos.
El día se me paso volando en la escuela, entre clase y clase, juegos
y almuerzo, y se me había olvidado el incidente de la mañana, sin
embargo esta vez, apenas sonó el timbre, salí corriendo a mi casa
sin entretenerme, desde la esquina esperaba divisar la figura de mi
madre en la puerta, pero no había nadie esta vez. Supuse que estaría
adentro entretenida con algo, pero extrañe de momento su presencia
tan segura.
Antes de tocar el timbre, salió a la puerta mi padre, ¿Pero era mi
padre? Aquel hombre era mucho mayor de lo que siempre me había
parecido, los hombros caídos, los ojos hinchados y un profundo halo
de tristeza lo rodeaba, mi corazón empezó a latir alocadamente
presintiendo algo, apenas me salió la voz para decir… ¿Qué pasa?
Papá ¿Mamá está bien? Y en un suspiro me contestó: "Tu mamá sufrió
un ataque al corazón esta mañana, su muerte fue instantánea, nadie
se enteró hasta que vinieron a visitarla y la encontraron ahí
tendida en el pasillo, fue muy rápido, hijo, se fue nuestro
ángel… Un solo sollozo salió de su garganta y no pudo seguir
hablando.
¿Mi mamá?¡¡¡MMAAAMMMMAAA!!!!! Dios perdóname, dile que me
perdone, aún soy un niño pretendiendo ser un hombre, dile por favor
que ella es lo que más quiero en esta vida, y que prometo valorar a
las personas que comparten conmigo mi existencia, no malhumorarme
con ellas sin ningún motivo, y que les daré mil besos, día a día,
por todos los que no pude darle a ella, cuídala por mi, mi Dios, que
cuando me toque la hora de partir de este mundo venga a mi pecho y
me arrope como siempre lo hizo.
¿Saben?… Disfruten a sus madres todos los días de su existencia.
Nunca sabremos hasta cuando tendremos la dicha de su presencia
mortal.

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